Volvimos encantados, pero algo cansadicos de tanto trote. Así que por la tarde-noche nos compramos unos helados -que para eso estamos en verano-. Estaban deliciosos, la verdad. Luego los mayores realizaron diferentes actividades de improvisación y el resto hicimos un taller de relajación en la terraza superior de la Casa de Almudévar.
Ya tranquilos, y agotados después de un día tan intenso, nos fuimos pronto a la cama para reponer fuerzas y así poder exprimir al máximo los pocos días que nos quedan de campamento.